LA VIDA NO ME DA
EXCESO DE OPTIMISMO EN LA PLANIFICACIÓN
Acabar la jornada laboral con el agua al cuello, sintiendo que no he cumplido con mis objetivos del día y cansada, muy cansada. Así era mi día a día hasta que descubrí mi gran error: EL OPTIMISMO PLANIFICATIVO.
Veréis, yo suelo planificar mi semana los viernes, y esto ya os lo he comentado varias veces, pero resulta que la Lourdes de los viernes pensaba que la Lourdes de los lunes era superwoman. Así que me planificaba cantidad de tareas, las habituales de la semana más las que no me había dado tiempo a terminar la semana anterior, sin tener en cuenta el tiempo que tomaba cada una de ellas y sin ninguna organización aparente más allá del “hacer esto HOY”.
Evidentemente este sistema, por muy organizado que parezca, no funcionaba. Comenzaba la semana con una cantidad indecente de trabajo y así iba arrastrándola el resto de días hasta el viernes, lo que no me daba tiempo lo pasaba al lunes siguiente y así, vuelta a empezar.
La conclusión de todas las semanas: “no me da la vida”. No tenía tiempo suficiente para hacer todas las cosas que quería hacer y cuanto más me agobiaba más grande se hacía la montaña.
Total, que descubrí que planificar no es suficiente, sino que hay que planificar de forma realista. Es decir, solo por poner que “esto se hace HOY” no significa que se vaya a hacer por arte de magia, me explico?
Imagino que si tú ya has tratado de planificar tu semana con antelación habrás tenido el mismo problema que yo, así que aquí van unos consejos muy útiles para aprender planificación realista para tu jornada laboral:
- Planifica de lo gordo a lo pequeño. Tendrás una visión más amplia y podrás organizarte mejor. Es decir, primero establece los objetivos anuales, divídelos en objetivos trimestrales, desmenuza en pequeños objetivos mensuales y después divide la faena semanalmente. Identifica y clasifica las tareas según su urgencia e importancia.
- Organiza las tareas en el día en función del esfuerzo que suponen y el nivel de energía que tendrás, equilibrando la semana y la jornada. Procura planificar lo más importante al comienzo de semana, es cuando nuestra mente está más despejada y centrada. Del mismo modo, deja las tareas de menor esfuerzo para momentos de cansancio o con pocos ánimos.
- Reserva tiempo entre tareas. Primero, entre tareas deberíamos siempre planificar un descanso, así despejamos la mente y la preparamos para la siguiente tarea. Segundo y no menos importante: debemos contemplar un margen de seguridad por retrasos, interrupciones, etc. Es un error muy habitual programar tareas sin tiempo entre ellas, de forma que “si la reunión comienza a las 9 y durará 1 hora, la siguiente tarea la pondré a las 10“. ESO NO! Deja espacio entre tarea y tarea siempre.
- Agrupa tareas similares por bloques de tiempo en el día. Por ejemplo: día de reuniones, rato de llamadas, día de redacción de contenidos, tarde de creatividad. De este modo te resultará más fácil centrarte en cada una de ellas.
- Respeta tus decisiones. Si te pasas por el forro tu propia planificación no te estás respetando ni a ti ni a tu trabajo. Así que aunque no te apetezca realizar esta tarea farragosa en ese momento, si has hecho bien tu planificación será porque ese momento es el más idóneo para hacerlo, así que no te pongas trabas a ti mismo y hazlo!
- Haz una estimación realista del tiempo y CUENTA CON LAS INTERRUPCIONES. Cuando piensas en planificar una tarea solo solemos tener en cuenta el tiempo que nos conllevaría realizar esa tarea en exclusiva, totalmente centrados y sin interrupciones. ¿Cuántas veces te has encontrado ante tal situación idílica? Yo pocas. Así que por favor, no te creas el rey o reina del mambo y sé realista!
- LA GRAN CLAVE: tu planificación debe incluir tanto aspectos profesionales como los personales. Toma conciencia de la importancia de planificar momentos específicos de tiempo con tu familia, amigos o realizando actividades de ocio y disfrute personal. Dedica un tiempo diario a cuidar la herramienta más importante que posees: tú mismo.